A partir de los 40, muchas mujeres empiezan a notar cambios sutiles en su cuerpo, niveles de energía, estado de ánimo o calidad del sueño. Lo que a menudo no se comprende es que estos cambios pueden formar parte de una etapa natural llamada perimenopausia, una transición hormonal que puede durar de 4 a 10 años antes del inicio oficial de la menopausia.
Si bien este proceso es natural, pocas mujeres están realmente preparadas para afrontarlo con conocimiento y consciencia. Y esa falta de preparación es a menudo lo que hace que esta etapa se sienta abrumadora, confusa o innecesariamente difícil.
¿Qué sucede en el cuerpo durante este periodo?
Durante la perimenopausia, los niveles de estrógeno y progesterona comienzan a fluctuar de forma irregular. Esto puede provocar síntomas como cambios en el ciclo menstrual, dificultad para dormir, mayor sensibilidad emocional o ansiedad, cambios en la piel y el cabello, aumento de peso, especialmente en la zona abdominal, disminución de la libido, fatiga sin causa aparente, entre otros.
Lo más importante es entender que estos síntomas no siempre se presentan de la misma manera en todas las mujeres. Y no son solo una parte normal del envejecimiento que tienes que soportar. Estas señales son la forma en que tu cuerpo te pide atención y cuidado.
El rol de la nutrición y el estilo de vida
Después de los 40, lo que solía funcionar podría dejar de funcionar. Muchas mujeres descubren que, incluso comiendo igual que antes, empiezan a subir de peso o se sienten constantemente cansadas. Esto se debe a que las necesidades nutricionales y el metabolismo del cuerpo empiezan a cambiar.
Algunos ajustes fundamentales que marcan la diferencia incluyen aumentar el consumo de alimentos antiinflamatorios como verduras de hoja verde, pescado azul y frutos rojos; priorizar un sueño de calidad como pilar hormonal; reducir los azúcares añadidos y los alimentos procesados; limitar el consumo de alcohol; incorporar actividad física centrada en la fuerza y la movilidad; y gestionar el estrés con prácticas como la respiración, la meditación o los descansos conscientes.
El valor del conocimiento y la orientación profesional
Uno de los aspectos más empoderadores de esta etapa es que es predecible si prestas atención. Herramientas como las pruebas de optimización epigenética nos permiten evaluar el funcionamiento del cuerpo a un nivel más profundo, no solo en función de los síntomas, sino también de las necesidades celulares, la inflamación, la salud intestinal y la exposición ambiental.
En lugar de esperar a sentirnos mal, esta etapa es el momento perfecto para comprender lo que nuestro cuerpo nos dice y actuar desde la prevención y la claridad, no desde el miedo.
Normalizar la conversación
Muchas mujeres afrontan estos cambios en silencio. No saben qué es normal, qué les preocupa o si son las únicas que se sienten así. En muchos casos, no lo hablan con sus parejas ni con sus redes de apoyo, lo que puede generar una desconexión emocional aún mayor.
Hablar de estos temas forma parte del proceso de sanación. Nombrar lo que experimentamos nos da el poder de cuidarlo. También ayuda a fortalecer las relaciones y a fomentar la empatía, especialmente con las personas más cercanas.
Una etapa de fortaleza, no de decadencia
La perimenopausia y la menopausia no son el final de nada, son el comienzo de una nueva versión de ti misma, más consciente, más arraigada y más conectada con lo que tu cuerpo realmente necesita. Pero para abrazar esa transformación con claridad y vitalidad, la preparación es esencial.
Si tienes más de 35 años, ahora es el momento ideal para empezar. Porque tu salud hormonal no solo se define por tus genes, sino también por tus decisiones diarias.